Hace casi dos años, en plena transformación de nuestra pequeña empresa industrial, sentía que necesitábamos algo diferente. Estábamos en un momento de evolución de nuestro modelo de negocio, combinando el negocio tradicional con nuevas líneas como Manex y Matchmaking. Teníamos muchas ideas, muchas ganas… pero también los pies en el suelo: no podíamos permitirnos incorporar un recurso comercial fijo, y sabíamos que necesitábamos una mirada externa con criterio. Alguien que aportara aire fresco, experiencia real y que entendiera las particularidades de una empresa como la nuestra, donde hay mucho por hacer y poco margen para teorías. Ahí apareció Iker. Y lo que empezó como un apoyo externo se convirtió en una pieza clave para mí como gerente. Iker es de esas personas que se ganan tu confianza no por lo que prometen, sino por lo que hacen. Cercano, disponible, práctico. Se mete en el barro desde el primer minuto, sin miedo a implicarse, aportando siempre sentido común, visión estratégica y capacidad de aterrizar las ideas en acciones. Con él he podido contrastar decisiones importantes, ordenar prioridades y avanzar con más foco. Sobre todo, he sentido que no estaba sola en la responsabilidad de generar negocio. Ha sabido adaptarse a nuestro ritmo, a nuestras tensiones y a las particularidades del día a día, sin perder nunca la perspectiva ni el compromiso. Y eso, en una organización como la nuestra, vale oro.